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Se denomina gastos hormiga a aquellas compras que lucen demasiado pequeñas por sí solas para preocuparte, pero, cuando las ves consolidadas, pueden desequilibrar tus finanzas y empujarte al peligroso terreno del sobreendeudamiento.

Generalmente se trata de compras innecesarias y prescindibles que en ocasiones se encuentran arraigadas en nuestros hábitos de consumo. Al ser pequeños gastos, dan la impresión de no representarán diferencia a la hora de equilibrar las finanzas. Ahí es donde radica su peligrosidad.

 El abanico de posibilidades es bastante amplio, pero pueden ir desde suscripciones en línea, compras por internet, hasta aperitivos baratos y recurrentes, como el café con crema de la tienda de al lado.

 Por eso, al implicar montos casi insignificantes, es habitual que asumamos gastos hormigas con demasiada facilidad.

Una buena señal de que destinas buena parte de tus ingresos a gastos hormiga puede ser cuando te preguntas en qué gastaste todo tu dinero este mes y no tienes clara la respuesta; o bien, cuando sabes que tus ingresos son suficientes para permitirte ahorrar una partida cada mes, pero por alguna razón que no vislumbras con claridad, nunca logras hacerlo.

Al tratarse de gastos bastante vinculados al placer que producen, es probable que no puedas (quizás tampoco debas) erradicarlos por completo. Una solución más realista podría ser incluirlos en tu presupuesto mensual, de forma que no te prives de algunos gustos saludables, pero también es clave que trabajes en mantenerlos a raya o reducirlos si resulta necesario.

Plan de acción

Antes que todo, vale la pena que hagas el ejercicio de identificar los gastos hormiga en que incurres con frecuencia y establecer si es necesario tomar acción y en qué dirección. En todo caso, lo ideal es que te ciñas a tu presupuesto de ingresos y gastos, que es la herramienta por excelencia para unas finanzas sanas. Por eso, si no tienes uno, es hora de tomar papel y lápiz, y ponerte límites claros. Aquí te compartimos algunas sugerencias que te serán útiles en el proceso:

  • Define cuáles son tus necesidades y diferéncialas de los deseos y caprichos.
  • Estudia los gastos que haces día a día durante al menos uno o dos meses (puedes apoyarte de los estados de cuenta de tus tarjetas o registro de transacciones bancarias). Luego, categoriza tus gastos por renglón (alimentación, transporte, telecomunicaciones, etc. ) y, dentro de cada uno, establece un orden de prioridades.
  • Antes de visitar el supermercado, es recomendable que hagas una lista de los artículos que comprarás para evitar que la improvisación o el impulso te lleven a sobrepasarte. Y una nota clave: evita ir a hacer las compras si estás hambriento o hambrienta.
  • Haz una lista de todos los servicios personales y del hogar por los que recibes factura periódicamente. Puede que estés pagando por bienes, servicios o funcionalidades que no necesitas ni aprovechas.
  • Luego de identificar los gastos innecesarios y planificarte en función de los hallazgos que realices, mantente monitoreando tu patrón de gastos. Revisa tu comportamiento financiero con cierta periodicidad para determinar si has aplicado los cambios con los que te comprometiste o si has asumido nuevos gastos hormiga.

Revertir la situación no tiene por qué ser demasiado radical. Puedes empezar reduciéndolos paulatinamente.

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